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Comunicación

AUTOR: JOSEP COSIALS

No hay nada peor que salir de una reunión comercial y sentir que no ha ido del todo bien pero no saber explicar a la vez por qué. Nos cuesta reconocer que no hemos conectado con nuestro interlocutor, que hemos administrado mal el tiempo, que apenas conocemos qué necesidades reales tiene...

En realidad sí hay algo peor: que el resultado sea el mismo pensando que lo hemos hecho bien :-)

AUTOR DEL POST: PAU SASTRE
FOTOS: Mikah Hallahan // David Klein
 

Cuando voy a dar una formación relacionada con la oratoria, ya sea para hablar en público o para mejorar la comunicación one to one, los asistentes suelen tener bien identificados algunos elementos con los que quieren trabajar y que son realmente importantes en la comunicación; las preocupaciones más habituales suelen recaer en cuidar el lenguaje gestual, mantener los nervios a raya o aprender a jugar con algunos elementos clave de la expresión verbal como el ritmo, la pausa o el volumen, para nombrar algunos ejemplos básicos.

 

Un elemento de peso, pero, que a veces se descuida y que marca la diferencia entre un buen orador y un orador excelente, es que el segundo, se ha cuidado de llenar las palabras que conforman el contenido de su charla.

¿Y eso, qué significa exactamente?

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AUTOR DEL POST: JOSEP COSIALS

Hace dos años hice mi primera inversión (y quizás la última) en un proyecto empresarial que estaba explicado a la perfección. Su emprendedor transmitía una energía contagiosa y, tras hablar con él y verle en acción, la conclusión siempre era la misma: “esto sólo puede ir bien”. El final… te lo cuento luego.

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Aquí viene la distinción: distinguir el PORQUÉ, el CÓMO y el QUÉ.

“En ventas es menos importante lo que dices que lo que haces sentir a los demás mientras hablas” Mónica Mendoza.

AUTOR DEL POST: JOSEP COSIALS FOTO: TIM GOUW

¿Cuántas veces vemos la palabra “zasca” en las redes sociales, los medios, como medio para atraer más visitas y más clics a las noticias? “Zasca de Pablo Iglesias a Mariano Rajoy”, o viceversa... Este pequeño detalle nos dice mucho sobre la madurez de los escritores, editores y lectores respecto a su visión sobre los conflictos. Transforman discusiones en batallas. Pan para el pueblo.

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Mi amigo Sergi me contaba que en la escuela de su hijo se ha implantado un sistema de resolución de conflictos que consiste en la asignación de un mentor para cada alumno. Este mentor/a debe ser un alumno de dos cursos superiores. A su vez, cada uno de estos tiene un coordinador/a de dos cursos superiores. Ante un conflicto no resuelto, debe acudirse al mentor, y en el último caso al coordinador. Todos  reciben una formación oportuna.

¿Podemos imaginarnos que todas las escuelas implementasen un sistema parecido? ¿Qué sociedad y qué clase política nos depararía... esperanzador, cierto?

Un conflicto puede ser un gran banco de pruebas para poner en práctica aspectos como el auto-conocimiento, la empatía y la asertividad. Gracias a la gestión del conflicto ponemos en juego nuestras habilidades.

Los conflictos nos dan información muy valiosa sobre cómo somos: a veces por lo que hacemos ante ellos, otras por lo que no hacemos.

Todos hemos escuchado alguna vez la afirmación: “o eres barato, o eres diferente”.

Cuando la palanca de diferenciación no es ni tu producto, ni tu marca, ni tu punto de venta… No te queda otra opción: te toca a ti

Basándonos en nuestra experiencia, la mejor forma de vender es no querer vender. Nosotros ponemos el foco en en mejorar la forma cómo nos relacionamos con clientes o posibles clientes, cómo comunicamos nuestro proyecto y cómo ofrecemos y desarrollamos la experiencia de cliente. ¿Y cómo podemos mejorar estas tres habilidades?

AUTOr del post: JOSEP COSIALS
—Somos un proveedor de formación que apuesta por la innovación. Hacemos cosas diferentes. —Entiendo, interesante… ¿Podrías darme un ejemplo de uno de vuestros talleres? —¡Si, claro! Uno es el de, por ejemplo, habilidades para hablar en público. —Hablar en público, ¿algo diferente? (continuará)
 

Ésta podría ser una de las conversaciones que hemos tenido durante estos últimos años al ofrecer nuestros workshops a nuestros clientes o a nuestros partners como CETT-UB. Algo extraño sucede con esta necesidad formativa, digno de un expediente X. ¿Es un problema de expectativas? ¿Queremos ser mejores oradores de lo que podemos ser? ¿Es un problema de percepción? ¿Somos tan malos como pensamos? Las personas quieren ser como los gurús que aparecen en TED, que atraen la atención con la mirada o con un silencio, ¿es eso? Los proveedores de formación seguimos ofreciendo cursos, las personas nunca se ven suficientemente preparadas para afrontar esta situación y la rueda sigue girando.

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Las corrientes y las tendencias van cambiando: storytelling, el arte del monólogo, etc. Algunos dicen que la autenticidad es clave para enamorar cuando hablas a una gran audiencia o en una gran reunión. Sin embargo, otros opinan que la autenticidad hay que tirarla a la basura, no sirve de nada, hay que actuar y ejecutar unos patrones verbales y no verbales que, si se cumplen, funcionarán como un reloj suizo y saldremos victoriosos. Una gran cantidad de libros, cursos online, youtubers con éxito que tratan el tema, etc.

No reconocemos tener miedo en muchas otras facetas, pero hablar en público parece que social y culturalmente está bien aceptado